En el segundo tercio del siglo XIX, en 1856, la Real Compañía Asturiana de Minas comenzó la explotación de las minas de Reocín. Como en tantos casos, era una necesidad primaria el conectar las bocaminas con un punto de exportación de la producción.

El cercano cauce del Besaya, que moría en el Atlántico a través de la Ría de San Martín, ofrecía un lugar para el atraque de barcos, meta adonde un posible ferrocarril allegara el mineral sacado de la tierra en esas minas tan próximas a Torrelavega. Para ello, la misma empresa minera asumió también la construcción del dique de encauzamiento y canalización de la Ría de San Martín en el año 1878.

En ese tramo entre mina y ría, además, se instalaron numerosos asentamientos fabriles, entre ellos, la fábrica de Solvay de 1908. Esta síntesis de minas e industrias propició la construcción de un pequeño puerto en Requejada costeado por la Real Compañía y por Solvay. 

El puerto minero e industrial se terminó instalando en las proximidades de la localidad de Hinojedo. Allí se erigieron una planta de tostación de zinc y unos lavaderos, y fue el punto donde terminaba esa línea industrial, de 55 cm de ancho y unos 9 km de longitud, de tráfico exclusivamente industrial. La línea tenía, además, un ramal en su origen que conectaba con el Ferrocarril del Cantábrico (línea Santander-Oviedo), en la estación de Puente de San Miguel. 

El cargadero funciono prácticamente un siglo entero, después se comenzó a transportar el material por carretera, dejándose de utilizar el muelle y, como consecuencia de ello, lo mismo ocurrió con la vía minera, que fue desmantelada. Finalmente, la propia mina de Reocín cerró su explotación por agotamiento en 2003.