El binomio minas y ferrocarril ha generado en nuestro país algunas de las mallas ferroviarias más densas y complejas. Asturias, la costa almeriense, Linares, o Huelva, son  espacios donde hace unos años el rechinar de las vagonetas y el soplido agónico de las locomotoras de vapor eran parte indisoluble del paisaje. En este contexto, surge el ferrocarril responsable de esta vía verde entre el Andévalo onubense y la raya hispano-lusa, fijada en el tramo del Guadiana navegable. Esta región, de feraz riqueza minera, contaba con una zona de yacimientos de cobre y azufre cerca de la aldea de El Sardón, explotados por la empresa “The Bede Metal”.

El principal mercado de esta producción, estaba fuera de nuestra península y la mejor vía de escape por estos predios era el propio curso del Guadiana, que en su tramo final tiene unos 50 km navegables. El punto más propicio para los embarques mineros de las Minas de Las Herrerías, que así se llamaba este coto minero, era un cerrado quiebro del río, que vino a llamarse Puerto de La Laja. En este lugar se creó un potente cargadero y una pequeña aldea de mineros y ferroviarios. El ferrocarril comenzó su rodaje en 1890, pero en sus primeros años no llegó hasta este enclave.

Los primeros transportes incorporaron entre el trayecto ferroviario y el náutico una etapa aérea. No, no se transportaba nada en aviones: se trataba de un sencillo cable minero desde la terminal de Sardón hasta el embarcadero fluvial. Pero tanta ruptura del ciclo de carga encarecía los portes, la parte más ociosa del negocio, de tal manera que entre 1905 y 1914 se hicieron los trabajos para suprimir la parte volandera, y a los 20 km originales se les añadieron los de bajada hasta el puerto y, por el lado contrario, hacia la Puebla de Guzmán. En total fueron 32 Kilómetros de vías que fueron generando pequeños poblados mineros en sus orillas. Minas y ferrocarril tuvieron un proceso expansivo muy importante pero la falta de calado en el muelle de la Laja para los barcos hizo que se abandonara este tráfico intermodal. Corría el año 1965 y todo el tráfico de trenes y barcos se fue a camiones y carreteras, cerrándose años más tarde también las minas, y del tren solo quedó el camino que ahora es vía verde.