Camino Natural Vía Verde del Ferro i del Carbó
Descripción de la ruta
Como toda buena ruta sobre vías verdes, la del Ferro i del Carbó tiene su origen en una estación de tren, la de Ripoll. Antes de dejar sus andenes merece la pena desviar la mirada al otro lado de las vías y contemplar el hermoso edificio que se construyó como estación principal del ferrocarril hacia Puigcerdá. Este edificio, despojado de sus funciones ferroviarias se aparta un poco de los habituales cánones estéticos de la arquitectura ferroviaria, recreándose en la evocación del arte románico, tan presente en esta bella localidad pirenaica. A la derecha de este edificio, sobre un pedestal, se eleva la locomotora 1006, todo un monumento a las veteranas máquinas que desde los años veinte hasta hace relativamente poco treparon incansables por estas rampas ferroviarias. Esta locomotora eléctrica fue una de las 7 unidades construidas por CAF en 1927 para dar servicio a la línea Ripoll-Puigcerdá, cuya electrificación se realizó en 1929.
En el andén, hacia el norte, vemos cómo la vía principal, la que continúa el andén, se ve interrumpida por una topera a unos pocos metros. Se trata de la antigua línea hacia Sant Joan de les Abadesses. Como es un poco molesto, e incluso peligroso, andar por los raíles (y no digamos pedalear), saldremos de la estación y proseguiremos, hacia la izquierda, por la calle Progres y tomando la primera calle hacia la izquierda, la calle Ter. En apenas 20 m, enlaza con el paseo de Sant Joan: el trazado del ferrocarril.
La antigua vía recorre las calles de Ripoll convertida en un paseo, cuyas farolas parecen querer recordar los antiguos postes que sustentaban el tendido eléctrico del ferrocarril. Pero antes merece la pena cruzar el Ter y adentrarse en el centro histórico de Ripoll, con escala obligada en el monasterio, una de las joyas románicas de nuestro país.
En la Vía Verde
El viajero llegará a un nuevo cruce con la calle Progres, junto a una estatua evocadora de la sardana. Desde aquí, el hasta ahora seguro espacio peatonal se convierte en calle abierta al tráfico rodado. En este punto merece la pena dejar vía libre a los coches y ascender, por la derecha, a un nivel superior de la calle que sirve de acceso a una colonia de casas bajas. Este vial sin apenas tráfico permite al mismo tiempo tener mejores perspectivas del casco histórico de Ripoll, donde destaca majestuosa la torre del monasterio, coronado con una gran senyera que se agita alegre con los vientos pirenaicos. Por esta calle llegaremos a una glorieta donde el tráfico se incrementa (¡precaución!). Se trata de la variante de la C151, que durante unos 2 km ha tomado como asiento el trazado del ferrocarril.
En este punto se inicia propiamente la Vía Verde del Ferró i del Carbó (km 0). En el lado izquierdo de la carretera, una pista asfaltada flanqueada por dos cintas de hierba, se abre camino. A pocos metros se ha construido un paso inferior regalando tranquilidad al usuario. Donde antaño se encontraba el puente ferroviario sobre el barranco Carboneras (o de los Pintores), la vía se sitúa a la derecha de la carretera, abandonándola definitivamente unos 500 m más adelante.
Donde carretera y vía verde se separan una cinta de 2 m de ancho asfaltados y orlados por dos bandas de pradera invita a adentrarse en tan agradable paseo. Por cierto, los cierres que impiden el paso a vehículos están realizados con antiguas traviesas de madera del ferrocarril, dando más sabor ferroviario, un detalle intencionado que nos recuerda en todo momento que recorremos una antigua línea de ferrocarril. Por si fuera poco, se han conservado casi todos los hitos kilométricos que Renfe tenía dispuestos junto a las vías. Cierto es que las distancias están referidas a un origen en Barcelona, no en Ripoll. Así, no ha de extrañarnos que el primer kilómetro sea el 108.
Hacia el Ter y Sant Joan
La ruta se interna en un paisaje rural, de prados y con manchas boscosas que se descuelgan desde las laderas del Cabezo de las Fosas. Poco antes de llegar al km 109, a unos 4 km de Ripoll, se deja atrás la primera masa forestal, tramo en el que la vía se asoma sobre las aguas remansadas del Ter. Una pequeña casa en ruinas da fe de la presencia de un antiguo paso a nivel hacia el paraje de Les Solses. Tras el paso, la vía vuelve a discurrir por terrenos más llanos, entre praderas que sólo dejan de ser verdes cuando la nieve las cubre en los fríos inviernos.
Tras la zona de prados, la vía se encaja entre la orilla del río y la escarpada ladera. Así los ingenieros del ferrocarril se vieron obligados a construir un falso túnel (49 m). Al otro lado la vía abandona la cercanía del río. En esta zona se ha asfaltado todo el ancho de la vía, permitiendo el tránsito de vehículos rurales hacia algunas masías próximas, fincas que se aprovechan ahora del magnífico puente de hierro por el que el ferrocarril cruzaba el Ter. Este puente, situado a 6 km de Ripoll, se ha adaptado para el paso de vehículos, junto a los cuales cruzaremos a buena altura el cauce. Las bajas barandillas y, sobre todo, la falta de la antigua pasarela de servicio hará preciso pasar con precaución.
Al otro lado del puente, la vía se empareja al trazado de la carretera, vial que evitaremos gracias a la reciente construcción de un paso inferior. Una vez superada esta intersección, la vía recupera su placidez habitual, entre prados y bosques. Paulatinamente va ganando cota sobre la carretera. Sobre altos terraplenes la vía ha de afrontar el cruce de un par de barrancos. Merece la pena detenerse a contemplar la perspectiva de la sierra Caballera, que se eleva poderosa hacia el norte.
A 10 km de Ripoll, la vía se interna en el amplio recinto de la estación de Sant Joan de les Abadesses, que hoy acoge en el antiguo almacén un restaurante evocador de aquellos tiempos, un albergue y punto de alquiler de bicis. Y muy cerca, un área de juegos infantiles. Situada en la parte alta de esta localidad, es casi obligatorio descender al pueblo, cruzar el Ter por el espectacular puente gótico y perderse por sus calles, donde se esconden auténticas joyas del románico.
Cabe mencionar que este tramo que discurre entre Ripoll y Sant Joan de les Abadesses es apto para realizarlo en silla de ruedas o en bicicleta adaptada. Así mismo, también dispone de carteles interpretativos para personas ciegas o con dificultad visual, en braille.
Última estación: Ogassa
El resto de la ruta nunca estuvo abierto al tráfico de viajeros. Este tramo avanza hacia la terminal de Toralles, punto donde afluían una serie de ramales mineros. De hecho, la existencia de esta cuenca hullera pirenaica fue la razón primera de construcción de este largo ferrocarril desde Barcelona.
El trazado hasta Toralles cruza la carretera de Ogassa nada más salir de la estación. Desde este punto, la vía asciende suavemente por el valle del Malatosca, un afluente del Ter que nace en la sierra Caballera. A unos 500 m la vía vuelve a cruzar la carretera y a unos 2 km de Sant Joan, la vía llega al cargadero de Toralles. Este cargadero recibía por un teleférico los minerales procedentes del cercano ferrocarril minero de Ogassa. Desde aquí, nos internamos en un recorrido temático de gran sabor, en medio de unos bellos parajes de montaña.
Hasta Ogassa la ruta continúa durante 4 km, pero ya no con la calidad de los km anteriores. Aunque este camino también ha sido rehabilitado, suavizando las pendientes, se aconseja sólo para los ciclistas y caminantes más en forma.
Además, ya se está trabajando en las obras de enlace que unirán el tramo de 22 km entre esta vía verde con la Vía Verde del Carrilet Olot – Girona. Si a esto le sumamos la Vía Verde del Carrilet Girona – Sant Feliu de Guíxols de 39 km nos podremos desplazar desde el alto Pirineo hasta la mediterránea Costa Brava a lo largo de más de 150 km. ¡Una auténtica red de Vías Verdes!
De Sant Joan de les Abadesses al valle de Camprodón
Como parte del proceso de ampliación de las Vías Verdes de Girona, ya se puede disfrutar de un tramo complementario entre Sant Joan de les Abadesses y la colonia Llaudet (2 km), una colonia textil al lado del río Ter. Desde ahí, un tramo de ruta ciclable llamado Pirinexus nos lleva a Camprodón, donde empiezan otros 3 km de vía verde que llegan hasta la localidad de Llanars.