Vía Verde Manacor-Artá
Descripción de la ruta
Entre las localidades de Manacor, dinámica capital del levante, y la localidad de Artà, orlada por el Parque Natural de la Península del Llevant, la vía verde del levante mallorquín es un espacio singular lleno de contrastes bien conjugados: la autenticidad de tierra adentro, espacios naturales de gran atractivo y el acceso a unas magníficas playas con una gran oferta turística.
Hacia el paisaje del tradicional campo mallorquín
La Vía Verde Manacor- Artà comienza en el límite este de Manacor. Llegaremos al km 0 teniendo como referencia la carretera a Cala Ratja (MA-4100). Podremos estacionar junto a un hipermercado que además brinda la oportunidad de abastecerse para la excursión.
En sus inicios transcurre por un paisaje de verdes o doradas alfombras de cereal, hileras de algarrobos y almendros, huertas de variados productos, corrales y ovejas pastando en libertad. Es el tradicional campo mallorquín, sustento anterior al maná del turismo.
Este tramo desarbolado, realmente llamativo en primavera, ha sido objeto de una gran reforestación. Sendas hileras de pinos, encinas, acebuches, tamarindos, plataneros y moreras la delimitan casi de principio a fin. Además encontraremos un punto de interés cultural: la basílica paleocristiana de Peretó. Un desvío a la izquierda conduce a la paralela MA-15. Los restos de sus cimientos se encuentran al otro lado del asfalto, muy cerca. ¡Mucho cuidado al cruzar la transitada carretera!
Un magnífico mirador en terraplén sobre Sant Llorenç des Cardassar anuncia el final de este tramo de largas rectas. Al mirador le sigue el corto túnel de Sa Cova (59 m). Tras él está la estación de Sant Llorenç (km 7,8). Ésta es la primera de una colección de estaciones cortadas por el mismo patrón estilístico. Edificaciones de planta rectangular con muros de mampostería y bonito aire modernista gracias a los detalles en piedra que rematan los tejados y fachadas. El edificio principal de viajeros, gestionado por el ayuntamiento acoge un bar-cafetería y un espacio para actividades culturales. También hay una zona de juegos infantiles.
A los pies de la estación el torrente ses Planes, luego el pueblo bajo la estampa de la iglesia y de fondo las lejanas montañas de pinos. Dejamos Sant Llorenç entre campos de algarrobos, naranjos y almendros. A medio camino hacia Son Carrió el terreno se torna accidentado por efecto de pequeños cerros cubiertos con reductos de bosque mediterráneo. El trazado se curva y los márgenes reverdecen con lentiscos, acebuches, pinos carrasco de alto porte, encinas y algarrobos.
Recobrada la rectitud, la antigua vía cruza el torrente Ses Planes. El puente es un caso único: posee unos magníficos “balcones” que servían para ponerse a salvo ante el paso del tren y que están rematados con vistosos matacanes.
Más adelante se encuentra una gran nave de factura moderna que hubiera servido como cochera en el frustrado proyecto de tren-tram Manacor-Artà. Ahora, alberga un museo ferroviario (ver recuadro en esta guía). En el exterior llama la atención un tren vandalizado, multicolor por las pintadas. Impresiona; más cuando se sabe que su estado y destierro es fruto de un accidente ferroviario que se evidencia en el golpe lateral.
Poco más adelante se encuentra la estación de San Miguel (km 11,4), en cuya fachada continúa luciendo el antiguo nombre del actual Son Carrió. La estación, la más modesta de todas ahora alberga un punto de información turística.
Son Carrió es una pequeña localidad con mucho encanto rural y cuenta con panaderías donde pueden adquirirse sus reconocidas y típicas “panades” o las “cocas”, de sabores diversos. Al centro urbano, a un paso, se llega desandando el camino del cementerio por la calle asfaltada de S´Estació. La calle baja hasta el puente sobre el torrente y desemboca ante la hermosa fachada neorrománica de la iglesia de San Miguel, cuyas ventanas están engalanadas con coloridas vidrieras.
Camino hacia el mar…
La vía verde deja atrás Son Carrió por un recto terraplén que, elevado sobre campos de naranjos y almendros, ofrece una magnífica panorámica del pueblo y la iglesia.
El tramo entre Son Carrió y Son Servera es el más llano y marinero de la ruta. No llega hasta la misma playa, pero pasa muy cerca de la costa y en paralelo por el interior ofreciendo desde su situación privilegiada amplias vistas marineras que abarcan desde las playas de S´Illot hasta la Costa de los Pinos.
Al poco la vía realizará un amplio giro ferroviario para sortear los montes Atalayas, elevaciones cuyas laderas van descendiendo con suavidad hacia la costa cubiertas de arbolado y matorral. En ese entorno natural se ubican viviendas unifamiliares con mucho encanto de estilo tradicional.
El giro a las Atalayas culmina con la inmersión en el túnel de sa Punta, escoltado a ambos lados por dos caseríos rurales (Sa Punta y Torre Nova). La galería, forrada de piedra, cuenta con plena visibilidad. Tras el túnel se dibuja una nueva recta donde por primera vez se tienen unas panorámicas marineras amplias y nítidas. De derecha a izquierda se aprecian la playa de Sa Coma, Punta N´Amer y Cala Millor. Incluso desde aquí resulta un espectáculo ver romper las olas, los días de tormenta, contra los acantilados de la reserva natural de Punta N´Amer.
La vía verde vuelve a realizar una amplia curva ferroviaria para sortear Na Penyal, montaña de interés erguida frente al mar. Como curiosidad anotar que, durante la Guerra Civil española, en las inmediaciones se levantó un apeadero para dar servicio a una batería costera de cuatro cañones situada en Na Penyal. Aquí magníficas vistas de la Cala Millor siendo este el punto de la vía más cercano a la playa.
La antigua vía, envuelta por urbanizaciones, atraviesa varios accesos asfaltados que descienden hacia la carretera de Porto Cristo y la costa; toda una provocación para abandonar la vía verde en pos de la playa. Quizás sea difícil resistirse pero lo más recomendable es utilizar el carril bici que aparecerá más adelante, en Son Servera.
En la recta de llegada a Son Servera, tras superar una larga trinchera, las panorámicas vuelven a ser magníficas. Ahora se aprecia al detalle Cala Bona y la Costa de los Pinos, extremo marinero de la Sierra de Sant Jordi.
A la entrada de Son Servera la vía desemboca en el carril bici que va desde dicha localidad a la playa de Cala Millor (a 2,5 km) junto a la carretera MA-4026, donde enlaza con otro carril bici que recorre al completo todo el paseo marítimo de la bahía de Son Servera (desde Punta N´Amer hasta la Costa de los Pinos). Si hay intención de acercarse hasta la playa, éste es el acceso más cómodo y seguro para llegar al mar. Lógica advertencia: retomar la vía de vuelta supondrá el esfuerzo de la remontada.
Continuando por la vía se alcanza un parque con mesas, circuito bio-saludable, juegos infantiles y una fuente situado a la entrada al núcleo urbano de Son Servera. Pocos metros más arriba en una rotonda aparece el carril bici que continua hacia el centro de la localidad, una opción muy buena si se desea disfrutar de su gastronomía o visitar la descubierta iglesia Nueva, ¡muy recomendable!
Nuestra vía verde cruza la carretera a la derecha por un paso ciclista sobre la rotonda, avanza en una larga recta y alcanza la estación de Son Servera (km 19) donde hay un punto de alquiler de bicicletas.
Tras mucho tiempo en llano, la vía verde desciende en terraplén sobre campos agrícolas en un tramo periurbano que acaba en el túnel de son Sureda (80 m) que atraviesa el puig de son Sard, cerro que se tiñe de amarillo matorral en primavera. Superado el túnel comienza un largo tramo ascendente de gran atractivo paisajístico donde se suceden diferentes y magníficas panorámicas de la pinada Sierra de Sant Jordi.
Tras cruzar a nivel la carretera MA-4041 (km 24,6) y el área de descanso del km 25,2 la vía verde se acerca a Artà a través de un amplio espacio abierto y llano dominado por el cereal, frutales, ganado, huertos y dispersas casas rurales de piedra. En el horizonte ya se atisba el santuario de Sant Salvador y la iglesia parroquial sobre los tejados de Artà.
Al entrar en Artá se cruza la pista que conduce al poblado talayótico de Ses Païsses, y una calle donde todavía se conserva la barrera del paso a nivel junto a las cocheras del antiguo tren hoy empleado como pub cafetería. Finalmente se llega a la estación de Artà (km 29), situada bajo el dédalo de estrechas y laberínticas calles que forman el casco urbano. El conjunto de la estación es el más importante de la línea. Cuenta con un gran edificio de viajeros de dos plantas, recuperado y convertido en centro de artesanía e información y un punto de alquiler de bicis. Además quedan también el almacén, servicios, carbonera y aguada entre otros elementos ferroviarios.