Camino Natural Vía Verde de Ojos Negros (tramo Teruel)
Descripción de la ruta
Este itinerario entre la parte oeste de Teruel y la costa valenciana es – por el momento– la Vía Verde más larga de España. Por su longitud, 184 km se ha dividido en dos tramos. La provincia de Teruel es el marco donde básicamente se desarrolla esta primera etapa del antiguo ferrocarril minero de Sierra Menera. Este viaje discurre desde las minas de Ojos Negros (aunque aún falta por acondicionar los 12 km entre Peracense y Santa Eulalia) por el valle del Jiloca hasta las altas tierras al pie de las sierras de Javalambre y Gúdar hasta el valle del Palancia en Castellón. Pasa también por el impresionante castillo de Peracense y las inmediaciones de la ciudad de Teruel. Sin duda, un recorrido cargado de naturaleza, cultura diversidad y sorpresas.
Se ha respetado el kilometraje original de la vía minera, con la idea de preservar la historia y unificar criterios en las dos comunidades. Así, el km 0 está en las minas de Ojos Negros (Teruel) y el km 204,15 en el Puerto de Sagunto, colocándose las señales y los postes kilométricos en la vía atendiendo a estas consideraciones.
Otra de las peculiaridades de esta larga ruta es que la vía está acompañada en casi todo su recorrido por la línea de ferroca¬rril Valencia-Zaragoza. Existen varias paradas muy próximas al trazado de la vía verde desde las que acceder a ella: Santa Eulalia, Cella, Teruel, Sarrión y Mora de Rubielos. No obstante, conviene cerciorarse de las condiciones de acceso con bicicletas a bordo de los trenes.
De las Minas de Ojos Negros al Valle del Jiloca
¡Comienza la ruta! El trazado original del ferrocarril tiene su kilómetro 0 junto a las Minas de Ojos Negros, siendo este tramo hasta Peracense, de 15 km, el ultimo incorporado a la ruta.
No obstante, cabe decir, que si se desea este viaje puede iniciarse muchos kilómetros antes pues la Vía Verde de Ojos Negros conecta ya con el Camino Natural Vía Verde FC. Santander Mediterráneo que viene desde nada menos que desde Murero en la provincia de Zaragoza. Es decir, cerca de 70 km que discurren por las comarcas del Jiloca, Campo de Daroca hasta enlazar con la Comarca de Catalayud ¡toda una propuesta que se va consolidando para convertir este eje en un largo itinerario de primer nivel!
El poblado minero de Ojos Negros cuenta con una interesante máquina locomotora, vestigio de su pasado minero, seguro que será la primera foto de la ruta!. El trazado, pasa a los pies de un lugar mágico: el Castillo de Peracense que se encuentra mimetizado entre las rocas de rodeno dominando toda la vega del Jiloca, punto estratégico de época medieval, data del siglo XIII, bastión defensivo de la Corona de Aragón. La visita es muy recomendable ya que fue recientemente restaurado en su totalidad. Hasta Santa Eulalia, y aunque la vía no esté recuperada se puede continuar sin mucha dificultad por caminos agrícolas y carreteras secundarias.
En el km 23 la vía minera se separa de la del ferrocarril en activo, dejando libre el antiguo trazado a las minas de Ojos Negros. Así la Vía Verde de Ojos Negros continúa como tal en el área de des¬canso de la estación de Santa Eulalia (24,2 km). Es importante saber que en la estación de Santa Eulalia aparece el hito 23,2, cuando en realidad es el punto exacto es el 24,2. Este pequeño desfase de un kilómetro se arrastra en todo el tramo, aunque a lo largo de esta descripción hemos seguido el kilometraje original, del resto del trazado.
Continuamos nuestro recorrido con la visión de una enorme cementera junto a la carretera que va a la población de Santa Eulalia del Campo (a unos 2 km). Cruzamos con precaución la carretera y, dejando la factoría a nuestra izquierda, seguimos por el desolado llano del corredor del Jiloca. En el paisaje se prodigan largas rectas con escaso arbolado, entre campos de cereal y zonas de ramblas. Contrasta con el paisaje que se atisba a la izquierda, en Villarquemado, el pueblo colindante, la laguna del Cañizar, uno de los humedales de agua dulce más grandes de la España de interior con gran variedad de fauna y flora. Sin cambios aparentes de paisaje, pasamos junto a un cargadero (km 33,8) y continuamos hasta la vega del Jiloca (km 34). Aquí regadíos y bosquecillos de chopos, además de regalarnos frescor, dan cobijo a una gran variedad de pájaros que nos alegran el paso tras tierras tan desérticas.
A continuación, la vía verde pasa bajo unos curiosos “arcos de triunfo” que no son sino restos de pasos superiores de carreteras y caminos que antaño fueron impor¬tantes en el ferrocarril, aunque hoy en día nadie usa. También hay puentes sobre acequias. Una de ellas, es el recién nacido río Jiloca (km 38,2), que, aunque aquí no lo parezca llega a tener un caudal de 3.500 litros por segundo. Perforado en la Edad Media, fue buscando un remedio a la conservación del canal romano que, desde las inmediaciones de Albarracín, traía el agua del Turia hasta Cella.
Estamos ya cerca de Cella, población interesante por sus edificios de ladrillo con magníficos aleros y por su pozo artesiano, el mayor de Europa y el segundo del mundo.
Descenso al Alfambra
En el km 39,2 la ruta cruza a nivel la transitada carretera de Cella al enlace de la autovía y a Celadas. ¡Ojo!, es preciso extremar la precaución. Al otro lado del asfalto se levanta la imponente y futurista Finsa Cella que ha ocupado la traza y obliga a rodearla por un camino asfaltado. Retomamos el trazado original del ferrocarril en el área de descanso de la estación de Cella (km 40). En este punto pasamos de la cuenca del Ebro a la del Turia.
En el km 45 la antigua vía cruza la carretera CN 234 por un paso inferior y, tomando altura rápidamente, salta por encima de la vía de Adif gracias a una elegante pasarela metálica de 30 m, sustituta del puente original de tres huecos metálicos sobre pilas de sillería que entonces había. Continuamos entre campos de secano. Pronto avistamos el pueblo de Caudé, que la vía verde circunvala. En ese rodeo pasamos por una nueva área de descanso, contigua a la casilla que era la vivienda del encargado de controlar la cercana balsa de Caudé (km 47,5) imprescindible para abastecer a las locomotoras del agua que necesitaban sus calderas.
Seguimos entre campos, compartiendo un tramo de la vía verde con vehículos a motor, la mayoría agrícolas. De esa guisa cruzamos por un paso superior la salida “Teruel Norte” de la autovía Mudéjar; y ésta por un paso inferior (km 50) que nos aparta un momento de la traza original retomán¬dola unos 100 m más adelante. En el km 51,5 cruzamos a nivel la carretera de Concud a Celadas. Nuevamente debemos extremar la precaución.
Después de tantos kilómetros de homogéneos campos de labor se atisban jugosos cambios. Ya se divisan las arboledas del río Alfambra y entramos en las primeras trincheras, lo que nos indica un cambio del relieve. Precisamente en la trinchera del km 55,5 encontramos una curiosidad geológica: una inquietante grieta atraviesa la vía, es una falla. La corteza terrestre ha sido tajada como un pastel y una de sus partes se ha deslizado sobre la otra, de forma que no hay continuidad entre los dos lados de la grieta. A un lado hay capas inclinadas (estratos) de piedra blanca, y al otro conglomerado rojizo uniforme. Este fenómeno importante está siendo estudiado por la Universidad de Zaragoza.
A la salida de la curva del km 55,7 la vía verde llega a la antigua estación de Teruel–Los Baños. El nombre compuesto se debe a la cercanía de un balneario. Esta estación fue en su día un importante centro logístico del ferrocarril, que contaba con un cocherón de locomotoras y un pequeño barrio de empleados. Aquí, en el comienzo de la ascensión al duro puerto de Escandón, los trenes se dividían en dos y se reforza¬ban con máquinas suplementarias. En este mismo lugar, estaba previsto el cruce a desnivel con un ferrocarril nonato que, desde Teruel, subiría hasta Alcañiz. La explanación se quedó a penas a 3 km al norte, punto desde donde se despliega un espectacular trazado plagado de túneles, estaciones y viaductos, perdidos a orillas del Alfambra y que ojalá algún día pueda ser también una flamante Vía Verde que nos conecte a través de Alcañiz con la actual Vía Verde de la Val de Zafán (Ver volumen Norte de la Guía de Vías Verdes).
Trepando hacia Escandón
Al salir de la antigua estación de Teruel, la vía verde describía una majestuosa curva, con un elegante y curvado viaducto de sillería que salvaba el río Alfambra y la carretera de Alcañiz. Pero hace ya unos años se construyó un nuevo acceso de esta carretera a Teruel y el nudo de enlace se realizó precisamente sobre la vía minera. Afortunadamente no se demolió el viaducto, pero sí su continuación. De este modo al pasar el viaducto, la ruta abandona la traza original. Baja por un camino que pasa bajo la carretera y después asciende nuevamente al trazado. Una vez superado la cuenca del río Alfambra comienza el prolon¬gado ascenso al puerto de Escandón, por la ladera de la sierra Gorda. En el km 58, desde la vía, se despliegan unas magníficas vistas del río y la llanura de Concud.
Continuamos entre trincheras de karst en yesos, llegando en el km 59 al viaducto del Salobral, popularmente llamado el “puente minero”, pues en el barranco que atraviesa se recogía yeso cristalizado, en piezas tan regulares que pasaban por joyas. A partir de este punto la vía verde serpentea bajo los viaductos de la autovía, cruzándola 3 veces en menos de 2 km.
En el primero de ellos (km 59,40) arranca un camino agrícola que baja a Teruel (a unos 3 km), ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco gracias a su magnífico arte mudéjar. Este desvío pone un toque cultural a la ruta e incluso nos permite un viaje en el tiempo; nada menos que al Jurásico si visitamos el parque temático Dinópolis.
De vuelta a la vía verde tras una subida desde la ciudad por este camino -que no está en muy buenas condiciones- asistimos a un cambio en el paisaje. La vía minera entra en la zona caliza de la rambla del río Seco. En el km 61, bajo un viaducto de la autovía, al otro lado de la rambla, está el manantial de la Peña del Macho y el inicio de la conducción construida en el siglo XVI para abastecer de agua a la ciudad de Teruel.
Seguimos ascendiendo hacia el puerto de Escandón para salir al poco a la llanura abierta que discurre mansamente entre campos, hasta cruzar otra vez la autovía. Para ello abandonaremos la traza original del ferrocarril en busca del paso superior de un camino agrícola. A la traza férrea retornamos en las inmediaciones del camino que lleva a la pequeña población de Valdecebro.
En continua ascensión, se llega al área de descanso de la estación de Valdecebro (km 66,05). Un poco más adelante, a 400 m, cruzamos un camino rural por el que podemos acceder también directamente al parque temático de Dinópolis (a 6 km) y al centro de Teruel.
Pasado este punto se percibe otro cambio en el entorno. Comienzan los bosques de pinos sobre tierra rojiza y el relieve se complica. Encaramos nuestro primer túnel y el tercero del trazado original del ferrocarril. El túnel de Valdecebro (km 69,4) fue construido para doble vía, como todo el tramo desde la estación de Teruel-Los Baños hasta el puerto de Escandón. Esto permitiría –aunque finalmente no se tendió la doble vía– agilizar el tráfico en un sector que por su excepcional pendiente se prefiguraba como un embudo. El siguiente túnel del km 73,8 anuncia un tramo de abrupto relieve. Y así, un poco más adelante pasamos por el viaducto del Especiero (65 m) y un kilómetro después, los contiguos viaductos del Francés (77 m), el de los Gatos (104 m) y 8 arcos de sillería y el de la Mora (65 m). Todos poseen una altura considerable que ronda los 20 m.
Para apreciar mejor estas obras de ingeniería, entre ellos se ubica el área de descanso del Barranco de los Gatos (km 70,8). Nada más pasar el último viaducto entramos en el curvado túnel del Puerto o número 4 (127 m), iluminado. Continuamos ascendiendo, pero por una zona de relieve más suave, entre pinos, robles y sabinas. Este agradable trazado se interrumpe bruscamente en el km 73,8 a causa de la autovía. La ruta tiene que buscar una alternativa para cruzarla. Del margen derecho parte el desvío en busca de un camino rural compartido con vehículos y ganado, cruza bajo la autovía y desemboca en un camino de servicio con tráfico compartido que, unos 700 m más adelante, cruza el acceso a la estación del Puerto de Escandón, el punto más alto de toda la ruta a 1.220,5 m de altitud. En invierno aquí, hace un frío que pela.
Comienza el descenso
A partir de la estación comienza el descenso casi continuo ya hasta el mar, en puerto de Sagunto. Los primeros pasos de esta nueva tendencia transcurren por una larga recta entre llanos de pastos y monte bajo. En el km 77,30 encontramos el área de descanso del Retamar.
Continuamos en descenso junto a la vía activa de Adif, para llegar al área de descanso y las gemelas estaciones de La Puebla de Valverde (km 83,10). Aquí abre sus puertas el hostal La Fonda de la Estación, un bonito edificio de finales del siglo XIX que estaba destinado ya por entonces a fonda para los viajeros que llegaban en tren. Pero antes tendremos que abandonar la traza original a la entrada de una trinchera, cegada por la construcción de la carretera a Camarena. Un camino rural sube al nivel de la carretera, la cruza y vuelve a descender la traza.
Kilómetro y medio más adelante la autovía de nuevo afecta a la vía minera. Se ha tragado una curva, obligando a los usuarios a abandonar la vía original durante unos 100 m por un camino de servicio que cruza a nivel el acceso a una cantera. ¡Ojo!, en este cruce hay que extremar la precaución. Retomamos la traza frente al profundo barranco de Peñaflor, atravesado por 4 puentes paralelos, de diferentes infraestructuras y bastante cercanos unos de otros: el de la vía de Adif, el de la vía verde, el de la autovía y el de la carretera CN 234. Cada uno construido en una época y con un estilo diferente… aunque el que más nos gusta es el de los elegantes y poderosos puentes de arcos de sillería de la vieja vía minera.
Finalmente, la autovía se aleja de nuestra ruta y ya no la importunará hasta Jérica, en tierras de Castellón. Agradecida, la vía verde regala entonces un maravilloso paseo entre sabinas de gran tamaño, alternadas con encinas y acacias. En estos bosquecillos, sorprende encontrarse con dos estaciones de la cercana vía en activo: el apeadero de la Parra y la estación de la Masía del Fraile. A la altura de esta última tenemos el área de descanso del Pozo del Fraile (km 87,8).
Seguimos en suave descenso por este bucólico paisaje y en el km 91,1 se cruzan los dos ferrocarriles por segunda vez junto a una masía con el enigmático nombre de Tripa Azul. También aquí la vía minera pasaba sobre su hermana mayor, en este caso por un tramo metálico sobre estribos de sillería. Sorprende que, en las obras de adecuación de la vía, en vez de rehabilitarlo con un tablero adecuado, se optara por hacer un pequeño desvío y cruzar por el puente de sillería de un camino rural situado a pocos metros.
Por los montes de Sarrión
Siguiendo el suave descenso nos adentramos en el paraje de La Dehesa donde se ubica el área de descanso del mismo nombre (km 93,4). Después de recorrer varios kilómetros entre bosques y espléndidas vistas de la sierra de Gúdar, la vegetación se va haciendo cada vez más escasa, hasta llegar de nuevo a tierras de labor. En el km 96,9 se encuentra el área de descanso de la Estación de Sarrión que, como es habitual, está alejada del núcleo urbano.
Sarrión sin embargo queda cerca de la vía. Pasada esta población trufera comienza otro tramo plagado de barrancos y lomas en el que los dos ferrocarriles debieron salvar¬los con grandes obras de fábrica. En el km 98,9 un viaducto salva la rambla de los Judíos y a continuación, el túnel de Sarrión (352 m) perfora las entrañas terrestres. A la salida del túnel el relieve se relaja y durante unos kilómetros la vía continúa sin sorpresas entre campos de secano y trincheras de tierra. Conviene detenerse en el km 101,5 para disfrutar mirando hacia atrás de una magnífica vista de Sarrión y su iglesia.
Al poco, a la derecha, un camino con pendiente baja a la estación de Mora de Rubielos. Y tras el cruce de la carretera a Manzanera la vía describe una cerrada curva hasta embocar el túnel de Albentosa (394 m) o número 6. La oscura galería curvada ha sido iluminada, y a la salida se ubica un área de descanso desde la que contemplar una de las estampas más fascinantes de esta ruta, el viaducto de Albentosa (179 m), esbelto y de sillería que, elevado sobre 7 arcos a más de 50 metros sobre el río. En el barranco los altos chopos, entre los que culebrea el río Albentosa, parecen de juguete. Mientras, sobre nuestras cabezas, se eleva en lo alto de un cerro el pueblo de Albentosa, vigilante sobre los dos viaductos y el río. Pero si impresionante es desde arriba, mucho más lo es desde abajo. No es nada fácil el descenso (ni su posterior camino de vuelta), ni tampoco encontrar y seguir el camino que desde el pueblo baja a la vega del río, pero una vez conseguido, la impactante visión nos compensará con creces y la imagen quedará fijada en la retina durante mucho tiempo.
El río Albentosa marca un punto de inflexión en la pendiente. A partir de aquí la traza comienza a ascender muy suavemente después de tantos kilómetros de descenso. Tras pasar junto a las últimas casas de Albentosa atravesamos el túnel número 7. A la salida de la galería, arboledas y trincheras se suceden de camino al área de descanso de Las Lomas del Paso (km 107). Un poco más adelante tenemos otra espléndida vista sobre Albentosa, su río y el viaducto del ferrocarril de vía ancha.
Dejamos atrás el terreno quebrado y después de cruzar a nivel una carretera local (¡precaución!), llegamos al área de descanso y la Estación de Albentosa (km 108,7) la última en tierras aragonesas.
Hacia tierras valencianas
La vía verde prosigue su camino de suaves curvas entre monte bajo, sabinas dispersas, campos de labor y vallados de encinas micorrizas pasando por el área de descanso de Enebrillos (km 110,5). Todo este tramo está adornado por unas espléndidas vistas a las montañas del macizo de Gúdar. Superada el área de descanso se cruzan dos viaductos de 50 m cada uno (el de El Chopo y el de La Jaquesa), y se llega al área de descanso de la Fuente del Cepo, sita sobre una trinchera.
En esta área de descanso acaba el tramo aragonés de la vía verde, pero lo natural y lo que apetece es continuar por la vía verde y poner fin a esta primera parte de la vía verde en Barracas (Castellón), donde no paran los trenes de Renfe pero sí los autobuses. Esta cercana localidad, se entroniza como el punto intermedio de la Vía Verde de Ojos Negros y como lugar de parada y fonda. La antigua vía minera de Sierra Menera continúa por tierras valencianas como Vía Verde de Ojos Negros (tramo Comunidad Valenciana).