Vía Verde del Tren de los 40 Días
Descripción de la ruta
Un ramal desde la Vía Verde del Tajuña
Al inicio de la Vía Verde del Tren de los 40 Días, acondicionada por la Comunidad de Madrid, se llega de dos formas. Una a pie, en bicicleta o silla de ruedas por la Vía Verde del Tajuña, ruta con la que se complementa, sumando entre ambas cerca de 83 kilómetros. Otro modo de llegar es desde la misma Carabaña, localidad agrícola conocida por sus saludables aguas. Al pie de la carretera M 204 aún se alzan las instalaciones asociadas a la antigua explotación de tan salino líquido: el balneario, la fábrica embotelladora, hoy albergue juvenil, y la estética central eléctrica de Chávarri sobre lo que fuera un molino harinero. Una vez situados en Carabaña, la carretera que parte en dirección a Estremera salva, a escasos 200 ms. del casco urbano, el río Tajuña por un histórico puente del siglo XVI, y acto seguido, el carril de la Vía Verde del Tajuña. Incorporándonos a este último (a la izquierda de la carretera), 300 ms. más adelante asistimos al desdoblamiento del asfalto que identifica al firme de esta Vía Verde. El carril izquierdo, la propia Vía Verde del Tajuña, sigue su camino por la vega que le da nombre hasta Ambite y tierras de Guadalajara; el carril derecho, es la Vía Verde del Tren de los 40 Días que en sus primeros metros encara un repecho. A mitad de la subida, la vía gira bruscamente (a la derecha) y recala ya en el trazado original del ferrocarril de los 40 Días.
Con una clara tendencia ascendente, la Vía Verde que tenemos entre manos inicia su andadura encumbrada sobre los laterales montañosos que constriñen la vega del Carrizales, nimia y temporal corriente remarcada por cañaverales y árboles caducos, que serpentea entre parcelas de cereal, viñedos y huertos. Nos encontramos ante un paisaje áspero de belleza solitaria, en eterna espera de la primavera para vestir sus mejores galas y sorprender con aromas y flores. Para prosperar en tan irregular terreno, el ferrocarril se vio obligado a excavar una serie de altas trincheras, cuyos tajos seccionan los cerros de blandas margas, calizas, arcillas o yesos, exponiendo al paso el variado colorido y brillo de las entrañas terrestres. Y si el día es soleado, el gesto más propio es el de alargar la mano para tocar, en las trincheras los destellos solares en los espejos del yeso cristalizado. La más espectacular la encontramos antes de llegar al km. 2. ¡¡toda una clase de geología en plena excursión!!
Y por si fuera poco en estas trincheras anidan aves que alzan el vuelo al atardecer, ofreciendo al caminante o ciclista un momento espectacular. Cuando en el horizonte aparece la silueta de la Iglesia de San Juan Bautista (km. 3,5), la vía se hermana con la carretera M 221 y deja a un lado la carretera que se alarga hacia Valderacete. En el km. 4,5 la carretera se aleja de la Vía Verde. Con el silencio recobrado, el carril rojo continúa ascendiendo por la vega del Carrizales, ahora tan amplia y suave como domesticada por el arado y el cereal, donde prosperan pequeñas manchas de pino y encina. El movimiento lo ponen perdices y conejos.
Antes de llegar al km. 6 encontramos la única área de descanso con la que cuenta la vía verde. En el paso bajo la carretera M 221 (km. 7) la vega del arroyo Carrizales se agota. El desnivel, demasiado acusado para un enfrentamiento directo, obligó al ferrocarril a trazar un giro de 180º. En tal empeño la ruta nos saca de la vega a un abierto paisaje dominado por el cereal.
En descenso hacia Estremera
Un poco más adelante cruzaremos a nivel ¡mucho cuidado! la M 222. En este punto se encuentra la confluencia de la carretera a Valderacete, la Vía Verde y el Camino Natural de la Cañada Real Soriana Oriental, vía pecuaria trashumante sobre la que existen varios paneles interpretativos. Este puede ser un lugar de parada y descanso.
Después la ruta se sumerge en una larga trinchera excavada en rojiza arcilla. En esta trinchera conquistamos definitivamente la divisoria de aguas y pasamos de la Vega del Tajuña a la cuenca del Tajo, del afluente al confluente, de la subida a la continua bajada.
La campiña ondulada que cae a la depresión del Tajo se alterna con un olivar que se alarga hacia Valderacete, el antiguo Val Der az Záit árabe, o lo que es lo mismo: el “valle de la casa del aceite”. En el km. 12 la ruta llega hasta la carretera M 221. La traza original del ferrocarril, sin recuperar, cruza el asfalto y se convierte en un camino rural. Por el contrario, la actual Vía Verde, cómoda por su firme, continúa descendiendo, entre olivares y cultivos de secano, junto a la carretera. 2 kilómetros más abajo (km. 14), esta ruta concluye en la población de Estremera, ya muy cerca del límite autonómico con la Comunidad de Castilla La Mancha. La entrada a la localidad por la zona de las instalaciones deportivas y piscina municipal, es cómoda y segura.