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Historia del Ferrocarril
Surcamos los restos de la única línea de vía estrecha que hubo en Extremadura. Todo el resto de la red ferroviaria regional, la construida y también aquella que nunca llegó a entrar en servicio, se trazó en ancho ibérico. Pero en esta zona del sur de Badajoz llegaron en 1895 los estrechos trenes de la Sociedad Minero y Metalúrgica de Peñarroya (SMMP). Dos años empleó esta empresa en tender vías en los casi 70 km que hay entre su zona minera e industrial de Peñarroya en Córdoba y la modesta estación extremeña de Fuente del Arco. Diez años antes, la empresa MZA había hecho pasar por aquí su línea que unía Mérida con Los Rosales, a pocos kilómetros de Sevilla. Y la capital bética y su puerto, eran el objetivo de los mineros de Peñarroya, que buscaban una ruta rápida y barata para exportar la producción minera. Así en Fuente del Arco se instaló la estación del tren minero pegada a la del tren de vía ancha. Se llegó incluso a crear un pequeño barrio ferroviario, para los trabajadores del tren que atendían las maniobras de transferencia del mineral entre los vagones estrechos y los anchos.
Durante los primeros siete años de su historia solo movieron mineral y otras cargas, pero las presiones locales motivaron que en 1902 pasara a tener también trenes de viajeros. Mientras, los mineros vieron también interés en prolongar las vías desde Peñarroya hacia Puertollano y la Mina San Quintín (Ciudad Real). Esto se fue tramando con los años, siendo en 1924 cuando se completó esta línea de 216 km, la segunda más larga de España de ancho métrico. Con esa ampliación se gestó una empresa más ferroviaria, la “Compañía de los Ferrocarriles de Peñarroya y Puertollano”, filial de la minera, pero ya con cierta vocación de servicio universal, no exclusivo de la minería.
Pero los resultados económicos tras la Guerra Civil hicieron que en 1956 la empresa fuera rescatada a través de la empresa pública “Explotación de Ferrocarriles por el Estado”, una entidad que iba recibiendo ferrocarriles fallidos. En 1964 esta empresa mutó a la nueva FEVE, “Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha”. Pero ni la actividad minera demandaba ya el ferrocarril, ni los viajeros subían a los trenes, optando ya en los años 60 por autobuses y turismos, mucho más eficientes. Aquello devino finalmente en el cierre de la línea el 1 de agosto de 1970. Ni automotores, ni vaporosas con lentos trenes, surcarían nunca más aquellos carriles que llegaban hasta Ciudad Real pasando por Córdoba desde Badajoz.