Camino Natural Vía Verde del Tarazonica
Descripción de la ruta
Esta vía verde se inicia donde el antiguo ferrocarril tenía su km 0, en la estación de Tudela. Qué mejor forma de comenzar la ruta si llegamos en tren. Por supuesto hay que aprovechar para visitar Tudela y pasear por su callejero medieval y visitar su catedral. La capital de La Ribera de Navarra cuenta con un vasto patrimonio arquitectónico desde el mudéjar al barroco y una rica gastronomía.
Cubierto éste obligado débito cultural, la vía verde se abre en la misma estación que hoy, en un punto situado tras la terminal de autobuses. Una rampa nos permite remontar un muro hasta alcanzar la calle Camino Caritat. En este primer tramo de nuestra ruta, discurriremos por el callejero urbano de Tudela. Antes de salir de la ciudad nos toparemos con una plaza donde se asienta la una locomotora de vapor que en tiempos subía y bajaba por los raíles del Tarazonica.
El camino Caritat desemboca en un paso superior sobre las vías de tren en activo, puente que dejaremos a la izquierda para seguir por el tramo de la vía verde que enfila hacia el original trazado del Tarazonica.
Entre acequias y canales
El Tarazonica se separaba de la vía del tren, que hoy está en activo, en esta misma zona, trazando una cerrada curva hacia el sur que la orientaba a su destino en Tarazona, hacia el Moncayo.
Cuando crucemos sobre la antigua carretera nacional nos encontraremos ya plenamente en tierra de huertas. Desde aquí la vía comienza en una larga recta hacia el Moncayo. En el km 2 pasamos bajo el puente del Rape, antiguo paso superior de caminos hoy fuera de servicio.
Al otro lado del puente del Rape, la vía prosigue su recto discurrir entre parcelas sobre las que se han levantado algunas casas de labor. Precisamente en esta zona, en el km 3,3, por la derecha llega una pista de tierra que en su día fue el que siguió el Tarazonica. Desde este punto penetraba directamente hacia la estación de Tudela, pasando junto a la plaza de toros. En esta zona se ha instalado un singular monumento que evoca el pasado del ferrocarril. Junto a éste, ruedas y topes de trenes, que ahora funcionan como sillas y mesas se prestan a hacer un alto en el camino.
A algo menos de 300 m hallaremos la carretera de Ablitas y una pasarela metálica que la atraviesa. Estamos ya en el km 4 y nuestra vía verde cruza cerca de las aguas del canal de Lodosa. Este kilométrico acueducto deriva caudales del Ebro para regar las huertas de su margen derecha, trazando mil y una revueltas. Si queremos hacer alguna excursión complementaria, el canal de Lodosa nos brinda sus magníficos caminos de sirga o servidumbre.
De seguir hacia la izquierda, el camino nos permite alcanzar otros canales aún más antiguos, como el Canal Imperial de Aragón. Por estos canales se podrían tramar conexiones con otras rutas sobre ferrocarriles en desuso como el de Sádaba y Gallur, o el que va por el Campo de Borja entre Agón y Borja.
Hacia Murchante y Cascante
Al otro lado del canal, seguimos en recta hacia el Moncayo pasando bajo la autovía y un posterior paso superior de un camino rural sobre el ferrocarril. En la estación de Murchante (km 6) situada a 2 km del pueblo se proyecta un albergue, pero de momento con lo que cuenta es con un área de descanso en la antigua playa de vías.
Pasado Murchante la ruta vuelve a un terreno poblado de huertas. A partir del km 7,6 nuestra vía comienza un paulatino ascenso sobre el primer gran terraplén del recorrido. Esta alta cota ha sido también asiento de un denso cañaveral que se alimenta de la humedad de unas charcas sitas al pie de la vía. Desde esta atalaya se aprecia a nuestra derecha el caserío de Cascante, presidido por la galería de acceso a la ermita de la Virgen del Romero.
En el km 10 llegaremos a la estación de Cascante que al igual que en la anterior podremos disfrutar del área de descanso y donde podremos ver el curioso edificio de la antigua estación del tren de vía estrecha, situado en una cota más alta que el edificio moderno.
A la vera del Císter
De nuevo nuestra vía avanza de manera discreta, enrasándose con los terrenos circundantes y discurriendo entre huertos y algunos almendros. Poco a poco, ante nuestros ojos se va haciendo más visible una gran tapia blanca que encierra, tras su recinto una masa forestal. Se trata de la huerta del convento de las monjas de Tulebras, un cenobio que data, nada menos, que del siglo XII. Hablamos del monasterio de Santa María de la Caridad, primer monasterio cisterciense femenino de España. Este recinto está hoy día especialmente ligado a la vía verde ya que la propia estación de Tulebras (km 12) está actualmente semi-integrada dentro del conjunto monacal.
Los andenes y el porche de la estación quedan abiertos al libre disfrute de los usuarios de la vía verde. Además de la visita turística al convento, donde se puede comprar rica repostería, en Tulebras podemos disfrutar del área de descanso situada a orillas del Queiles a pocos metros de la estación, junto a la carretera de Barillas. Como en casos anteriores, un paso superior nos marca el límite entre la zona de estación y un nuevo tramo en campo abierto.
Entre Malón y Vierlas
Un nuevo puente, situado a poco más de 500 m de Tulebras, nos da la altura suficiente para tener una vista un poco más general de la traza y su entorno. Desde esta cota podremos ver ya el caserío de nuestra próxima localidad, Malón, ya en tierras aragonesas.
Otra infinita recta resuelve todo este tramo de 2 km hasta esta localidad. La estación de Malón (km 15) y su área de descanso dejan a la izquierda, apoyado en un cerro, el casco urbano de Malón. Culminando el otero se ubica una explanada, antigua plaza de armas de un castillo hoy desaparecido. No obstante, aunque falten las almenas, la disposición de esta plaza conserva las características de atalaya de su antiguo uso militar sobre la vega del Queiles. Ahora, acoge el Museo de Agua, que recorre la historia del río Queiles y de su ribera. Merece la pena afrontar esta rampa para disfrutar de una buena perspectiva de toda la zona.
De vuelta en la estación apreciaremos las generosas dimensiones del recinto ferroviario. Esto obedece a que, en tiempos, una fábrica azucarera tuvo una factoría en este solar.
Última parada: Tarazona
Para no variar, un nuevo puente nos sirve de punto de arranque hacia la última etapa de nuestra ruta: Tarazona. A la derecha de la vía verde se aprecia otro trazado otro más angosto. Se trata del que utilizó la vía estrecha, que desde este punto tenía un largo tramo segregado, más sinuoso, casi hasta la entrada en Tarazona. Nuestra ruta enfila ya parajes más escarpados, donde aparecen algunas sombras que son aprovechadas para situar áreas de descanso.
En el km 16 nos internaremos en una recta y profunda trinchera de casi 2 km que finaliza en la explanación construida para el apeadero de Vierlas, escala que nunca llegó a ser ejecutada.
La imagen persistente del macizo del Moncayo conforme nos vamos acercando a Tarazona es una de las razones para realizar esta vía verde. El paisaje conformado por frutales, flores, viñedos y el rumor del agua del río Queiles en las acequias, hace muy placentero el discurrir por este camino.
Poco a poco, el impresionante conjunto urbano de Tarazona se va haciendo presente. No menos imponente es la estación de Tarazona (km 22) en la que su gran, bello y singular edificio acoge actividades culturales y es la puerta de entrada a una ciudad que atesora un patrimonio arquitectónico que merece una atenta visita. Junto al Moncayo se sitúa una de las ciudades más bellas y monumentales de Aragón que destaca por su catedral gótica en el que convive un excepcional legado mudéjar y renacentista. Además, no te puedes perder la judería o el monasterio de Veruela, primer monasterio cisterciense de Aragón (s. XII).