Sobre el antiguo trazado del ferrocarril Linares-Baeza –Utiel, que no llegó a entrar en servicio, la Vía Verde del Guadalimar se extiende a lo largo de 15,3 km, desde la estación Linares – Baeza, hasta el paraje del Horcajo, en Begijar, totalmente ocupado por olivares.

A unos 350 m del Paseo de Arquillos, en la estación Linares–Baeza, y siguiendo la carretera de Arquillos (J-9007), se accede, a la derecha al comienzo de esta vía verde.

En este punto no hay un aparcamiento exprofeso, pero paneles e indicadores identifican el arranque de la traza, situada a 150 m del paso bajo la autovía A-32, junto a un llamativo viaducto sobre el Guadalimar. ¡imposible no verlo! El inicio es impresionante ya que se accede de inmediato al magnífico viaducto de Los Barros, construido en curva y que ofrece una espléndida vista sobre el río Guadalimar.

Superado el viaducto, la vía verde continúa en busca del paso alternativo bajo la nueva autovía A-32. A la salida del paso inferior tomaremos la pista izquierda. Este tramo, es compartido con otros vehículos y discurre paralelo a la autovía unos 200 m hasta retomar de nuevo la traza original perfectamente indicado.

El tramo siguiente transcurre por la llana vega del margen izquierdo del Guadalimar, entre hileras de olivos, almendros y campos de cereal. Aquí la vía describe una larga recta a nivel y cruza dos carreteras de escaso tráfico hasta el robusto puente sobre el profundo barranco del arroyo de Ibros. Finalmente se sumerge en un túnel (350 m), en recta y no iluminado. Siempre es conveniente llevar una linterna o luces en las bicis.

A la vega del Guadalimar desaguan las lomas cercanas. No es extraño que torrenciales lluvias dañen ocasionalmente la plataforma en este tramo de fuertes escorrentías. Si es así, ¡cuidado con el barro o los obstáculos que pudiera haber!

Junto al río Guadalimar

A la salida del primer túnel (km 4) la vía se adentra en el tramo más variado, rico y diferente de toda la ruta. La providencia ha querido que antes de empacharnos de olivar degustemos la guinda de esta ruta: el sotobosque de álamos, olmos, fresnos, sauces y demás especies que crecen junto al río Guadalimar; un corredor ecológico tan rico y variado que da nombre a esta ruta, a pesar de acompañarnos tan sólo unos kilómetros.

En el empeño de acomodarse al contoneo del Guadalimar el nonato ferrocarril se aterraza y se eleva en talud en la orilla izquierda, y, a falta de sustento, echará mano de un largo viaducto curvo (km 5) desde el que, gracias a su baja altura, se tiene la sensación de navegar sobre el río. Sin duda, éste mirador de excepción es el lugar más indicado para saciar los sentidos y hacer parada en el área de descanso antes de introducirse en el largo y segundo túnel (296 m).

A la salida del túnel la vía reaparece en un panorama más abierto, donde el cercano Guadalimar se tamiza por el olivar. Será un pequeño paréntesis antes de convertirse nuevamente en un balcón al curso del río. Desde el área de descanso (km 6,6), se ofrece una imponente perspectiva del puente metálico del ferrocarril activo Madrid-Almería sobre el curso del Guadalimar.

Este romance entre el río y nuestra vía concluye en una trinchera curvada a la izquierda (km 7) que orienta la marcha hacia el sur. La vía se aleja paulatinamente del Guadalimar, regalando otra buena perspectiva del serrano horizonte de la amplia vega que alimentara a la ciudad de Cástulo, antigua capital de la Oretania íbera ahora adormecida en la orilla contraria del río y que podemos contemplar desde el área de descanso del km 7,3. Las ruinas de la antigua capital de la Oretania íbera y el torreón de Santa Eufemia coronan los cerros de la orilla contraria.

Del Guadalimar al Guadalquivir

En seguida, en el km 7,4 se cruza la carretera que va a la pedanía de Guadalimar. A partir de aquí, la vía salta de la vega del Guadalimar a la cuenca del Guadalquivir, atravesando alomados paisajes colmados de olivares en compañía de la línea de ferrocarril Linares-Almería.

Con una tendencia ascendente algo más marcada la ruta se introduce en una sucesión de profundas trincheras, horadadas en materiales blandos para regocijo de los numerosos conejos que allí han excavado sus madrigueras. A la salida de la última trinchera, la traza se encamina hacia el magnífico viaducto de seis ojos que el arroyo de Lupión (km 9,3) internándose en el curvado y largo túnel (el tercero) de 226 m.

En el km 11,6 se cruza la carretera a Torreblascopedro (JA-4103), que se encuentra a 1,5 km. Si es necesario hacer algún aprovisionamiento será este un buen momento. Desde aquí sigue la vía elevada sobre un alto, recto y largo terraplén, un paseo casi aéreo que, con la silueta de Torreblascopedro a un lado y las lomas al otro concluye de manera tajante en el cuarto túnel (km 13), una larga galería de 350 m curvada hacia la izquierda.

Culebreante sucesión de túneles y terraplenes

A la salida de esta galería la ruta prolonga su curvatura hacia el este. Sin cesar en un empeño ascendente, la traza discurre atravesando mediante túneles las laderas que separan las ramblas que caen en busca del Guadalquivir. El resultado, un recorrido muy divertido en un terreno ya conocido de olivar donde iremos alternado una dinámica sucesión de túneles y altos terraplenes que ofrecen varias vistas a un mismo horizonte: la vega del Guadalquivir y las montañas que componen sierra Mágina. Así atravesaremos un corto quinto túnel (km 14), seguido del correspondiente alto terraplén, un sexto túnel (km 14,5), otro estético terraplén curvado y finalmente un corto séptimo túnel (93 m).

La Vía Verde del Guadalimar finaliza en el área de descanso del paraje de Horcajo (km 15,3). Hasta aquí no hay acceso por carretera pero sí magníficas panorámicas. La antigua vía continúa hacia el norte camino de la Sierra de Segura, pero si la seguimos tendrá que ser en clave de aventura, pues a partir de aquí el trazado de ferrocarril Linares-Baeza-Utiel está no está recuperado (todavía) como vía verde. El siguiente tramo lo encontraremos a partir de Arroyo del Ojanco hasta Reolid, localidad ésta de la provincia de Albacete.