La ciudad de Alcoi tiene una larga tradición industrial. Su localización interior, en tierra muy quebrada, era un fuerte inconveniente para dar salida a sus productos. Desde 1909 contó con una conexión ferroviaria de la red nacional hacia Valencia por Xátiva, de la Compañía del Norte, a la que se había adelantado, en 1893, el ferrocarril de vía estrecha, de capital británico, que unía con el puerto de Gandía. 

Pero las aspiraciones alcoyanas apuntaban a un ferrocarril de vía ancha, de mayor capacidad, que la conectara con el puerto de Alicante, más importante que el modesto Grao de Gandía. Además, se resolvería ese ramal de vía ancha que moría en Alcoi, dándole continuidad hacia el Sur y tramando una ruta regional Norte-Sur más corta que la que había con el gran rodeo que daba el ferrocarril por La Encina.

Así, al amparo del Plan Guadalhorce de Ferrocarriles, en plena dictadura del general Primo de Rivera, se iniciaron unas vertiginosas obras que consiguieron crear 66 km de infraestructura ferroviaria que buscarían una sinuosa ruta cruzando divisorias montañosas, pasando por Ibi y Castalla, y enlazando en Agost con la línea procedente de Madrid hacia Alicante, ya muy cerca de la capital y su puerto.

Se utilizaron todos los recursos de la ingeniería de aquellos tiempos, con espectaculares viaductos, larguísimos túneles e ingentes desmontes. Solo faltaban por construir las estaciones, cuando llegó la Guerra Civil. La crisis general de la guerra y la posguerra impidieron que se tendieran las vías y que se abriera al servicio aquel ferrocarril, quedando definitivamente olvidado entre estas sierras alicantinas.