Camino Natural Vía Verde del Carrilet Girona - Sant Feliu de Guíxols
Descripción de la ruta
Antes de comenzar con la ruta que nos llevará desde la ciudad de Girona hasta la costa mediterránea, cabe recordar que desde la propia ciudad parte también hacia el norte la Vía Verde del Carrilet Olot-Girona, de 54 km entre esta bella capital medieval y la población pirenaica de Olot
Girona
El recorrido sobre el antiguo trazado del carrilet de Sant Feliú tiene su inicio en el corazón de la capital provincial, Girona, en la calle Emili Grahit, junto a la glorieta de los Paisos Catalans. Desde este punto, el itinerario abandona la ciudad junto a las aguas del Onyar.
En 1,5 km se llega al barrio de la Creueta, donde el ferrocarril también dio servicio a una fábrica de harinas. Este corto tramo ha sido adaptado para personas con dificultades visuales que disponen de cartelería informativa en braille, una guía para los caminantes con bastón a modo de tubo metálico y de una APP con audio guía en idiomas que se puede descargar en la web www.viesverdes.cat.
Desde aquí la vía verde sigue un recto terraplén que atraviesa una hermosa vega a orillas del Onyar, río al que se llega tras el esquive que la vía verde hace de la autovía de ronda de Girona. Hasta que la vía verde se hizo realidad, el paso por este río era tarea imposible, ya que el mecano metálico del antiguo puente desapareció con la retirada de la vía férrea. Hoy una elegante pasarela metálica vuela sobre el cauce envuelto en un denso bosque galería.
La recta de Quart
Cabe mencionar que en el siguiente tramo entre Quart y Santa Cristina d’Aro, a lo largo de los últimos años se han realizado varios trabajos de rehabilitación en pendientes y puentes para hacerlos accesibles a viajeros en silla de ruedas o bicicleta adaptada, y sin duda, más cómodos para todos.
Al otro lado del río, una larga y despejada recta, de unos 1.500 m, cruza limpiamente un entorno de tierras de labor, donde destacan algunos bellos ejemplares de pinos piñoneros a la vera de la vía. El primer pueblo del recorrido es Quart (km 6). La vía se interna en su interior por el carrer del Tren. La estación de Quart es la primera muestra del excelente estado en que se conservan la mayoría de las estaciones de este carrilet: ésta acoge hoy una sala de exposiciones municipal.
Desde aquí, además de la vía verde, se desarrollan otra serie de itinerarios circulares que pueden complementar esta excursión. El tramo urbano por Quart continua unos 500 m, hasta llegar a un cruce de carreteras. En este lugar, la vía verde afrontó un tramo de nueva construcción que suple al que ocupó la carretera. Éste cruza bajo el asfalto y, ajustándose a sus márgenes, recupera la original traza ferroviaria unos 500 m más adelante. Tras cruzar la Riera Cort se alcanza el apeadero de Llambilles (km 8), otra muestra de perfecta conservación de los viejos inmuebles ferroviarios. Aquí se podrá encontrar una fuente de agua potable.
En pos de Cassà de la Selva y Llagostera
La vía prosigue su recto trazado bajo un agradable bosquete. Tras pasar la zona de Can Torrent, la traza desarrolla un gran arco, en el cual se encontraba el desaparecido apeadero de Llebrers (km 10). Finalmente se alcanza el polígono industrial de Cassà, que se cruza por un carril bici que da acceso a la población y a la estación de Cassà (km 14) que, como en los otros casos, luce un impecable estado de conservación.
La agradable travesía por Cassà de la Selva desemboca, finalmente, en un terraplén de inequívoco sabor ferroviario. Este desmonte, jalonado por tapiales de cañizos, antecede al siguiente tramo, de 900 m que cruza una llanura agrícola, tan solo alterada por alguna vaguada superada por nuevas pasarelas, como la del arroyo Verneda. Al poco de cruzar este arroyo se encontraba el apeadero de Esclet, del cual no quedan apenas restos.
La vía continúa en rectísimo trazado en el que las pasarelas peatonales suplen los desaparecidos puentes ferroviarios. Las tierras de labor y los bosquetes de alcornoques se alternan en el paisaje, enfilando hacia la acrópolis eclesial, en tiempos un castillo, en torno a la cual se desparraman las casas de Llagostera.
Entre Cassà de la Selva y Llagostera se encuentra un desvío, a la derecha, que marca la conexión con un nuevo tramo, la ruta Termal, que conecta con la localidad de Caldes de Malavella, donde hay estación de tren, pero nunca hubo tren de vía estrecha. Es un tramo complementario de casi 15 km, entre bosques de roble, con pavimento de tierra compactada, y que invita a visitar balnearios, fuentes de aguas termales y las Termas Romanas.
Volviendo al carrilet a 6 km de Cassà, y tras cruzar dos pasos a nivel, se llega a la estación de Llagostera (km 21) hoy oficina de turismo. Enmarcada en un parque urbano, acoge la oficina de turismo. Una suave rampa que se inicia tras el parque lleva a la vía al encuentro con la carretera.
A solas en el bosque
Tras superar el polideportivo, a unos 700 m, la vía se topa con la carretera C 65, vial de elevado tráfico que ocupó un tramo de casi tres kilómetros del original trazado ferroviario. A pesar de la cercanía de los coches, se ha construido un carril bici paralelo a la carretera para discurrir con seguridad. Desde aquí se podrá gozar de las perspectivas del bosque que tapiza las montañosas vecinas. Y así se llega al nudo de carreteras con la C 65, punto que se cruza bajo uno de los ramales de la carretera, llegando finalmente junto a las ruinas de una antigua casilla del paso a nivel.
A partir de aquí la vía se separa de la carretera, hacia la izquierda, iniciando el tramo que, con final en el apeadero de Font Picant es, sin duda, el más bello del recorrido. Serán 4 km inmersos en una densa masa de bosque mediterráneo en el que predominan los alcornoques, bajo cuyas copas la vía se retuerce al paso por los arroyos. Este bello paisaje es habitual en las sierras perilitorales del Empordà.
En el Baixador de La Font Picant
En medio de esta foresta, 9 km más abajo de Llagostera, se llega al apeadero de Font Picant-Bell Lloc (km 29). Estos dos topónimos hacen perfecta justicia al lugar: el primero hace referencia a la presencia en sus inmediaciones de un manantial de aguas de gran valor salutífero y el segundo “bello lugar”, da pistas de la hermosura de estos parajes boscosos. Tal es así que la compañía ferroviaria construyó un restaurante en la estación, local que, pese al cierre del ferrocarril, sigue abierto prestando su función primigenia. Sin duda, un lugar para la parada.
Continúa la vía hacia espacios más abiertos, de amplios prados orlados por la sombra de las anchas copas de los pinos piñoneros. En este tramo la traza se desarrolla sobre rectas hasta Santa Cristina d’Aro, la primera villa de la comarca litoral del Baix Empordà. Antes de llegar al pueblo encontramos la estación rehabilitada como punto de información turística y accesible a personas con movilidad reducida, incluyendo aseos adaptados.
Baix Empordà y Sant Feliu
Como en todas las ocasiones anteriores, la estación de Santa Cristina (km 32), se conserva en perfecto estado, recuperada como oficina de turismo. Junto a la vía se despliegan las casas, presididas por la bella estampa de la iglesia parroquial.
El tramo que lleva hasta Castell d’Aro también exigió la construcción de un nuevo trazado, paralelo al asfalto, pero seguro y bien segregado de la carretera. Tras las últimas casas, una larga recta entre campos de labor aproxima al viajero hacia la penúltima etapa: Castell d’Aro. El perfil del campanario y las almenas del castillo dan la pista de esta localidad, cuya pequeña estación, situada en el km 35, reserva una de las sorpresas ferroviarias más curiosas del recorrido.
El recinto ferroviario hace 30 años que perdió sus vías de 75 cm de ancho, pero ahora unos carriles mucho más estrechos, de 5 pulgadas, han cogido el relevo. Sobre estas angostísimas vías circulan pequeños trenes, en los cuales pueden incluso montar personas, en un circuito que contornea la estación. En la antigua playa de vías se ha creado una lámina de agua que este liliputiense ferrocarril salva por un gracioso puente metálico, obra que imita al que el carrilet de Sant Feliu tuvo para cruzar la Riera Ridaura. Además, el edificio de la estación acoge un centro BTT para cualquier cosa que podamos necesitar.
Tras este pequeño “viaje” en tren y la estación, la vía, inscrita entre árboles, efectúa un cerrado giro hacia el sur para enfilar directamente a Sant Feliú.
Ya se apuntaba atrás que el original puente del ferrocarril sobre el Ridaura había desaparecido. Ahora una moderna pasarela atirantada de hormigón vuela sobre el cauce del río. Cruzada esta fastuosa obra de ingeniería se pasa bajo la carretera de Platja d’Aro y se inicia una subida lejos de las carreteras, gracias a un largo y recto terraplén que permite ir ganando cota suavemente.
A lo largo de estos últimos kilómetros se suceden diversos cruces con carreteras de poco tráfico, pero siempre hay que cruzar con precaución. Dos kilómetros más adelante la vía pasa por un paso inferior bajo la carretera de S’Agaró y penetra en Sant Feliu. En este mismo lugar se encontraba el apeadero de S’Agaró (km 37). Este punto es el más indicado para los que quieran bajar a las cálidas aguas del mediterráneo, ya que desde allí las doradas arenas de la playa de Sant Pol apenas distan 200 m.
En este lugar, la ruta inicia un recorrido suburbano que lleva hasta la antigua estación, impecablemente conservada y convertida hoy en colegio, como ocurre con muchas antiguas estaciones en Francia. Muelles, talleres, edificio de viajeros y otras dependencias acogen hoy a la bulliciosa juventud de Sant Feliu.
Incluso aún es posible ver, en el extremo final de la estación, el hueco del foso donde las pequeñas locomotoras del carrilet daban la vuelta para iniciar el retorno hacia Girona. Una de estas pequeñas locomotoras se ha conservado como monumento en el puerto de Sant Feliu, ubicación no muy extraña, ya que un ramal del ferrocarril bajaba hasta las dársenas de este pequeño caladero mediterráneo para recoger o dejar carga a los barcos.
Hoy día se podría encontrar en punto 0 del ferrocarril justo delante del tinglado, el antiguo almacén del puerto que recibía las mercancías y cumplía de la función de carga y descarga entre los barcos y el trenecito, pues hasta allí llegaba un ramal mercante del ferrocarril. Su rehabilitación y conversión casi como un centro de interpretación permite conocer la historia de estas rutas y los pequeños carrilets. Actualmente es un espacio singular: bar, restaurante y espacio museístico, con una peculiar decoración de fotografías históricas y la antigua locomotora y un vagón del tren de este ferrocarril. Broche de oro para esta vía verde.