Vía Verde del Ferrocarril del Irati
Descripción de la ruta
Nuestro periplo por la Vía Verde del FC del Irati empieza en la localidad de Lumbier (km 0) en el cruce y glorieta con la carretera de Aoiz NA 150 al noroeste de la localidad. Al inicio de la ruta, el trazado del ferrocarril será reconocible, casi como un camino más, hasta llegar a la Reserva Natural Foz de Lumbier, donde el firme característico de las vías verdes se hará notable.
Desde el cruce, esta carretera ha sido la responsable de su desaparición. Igual suerte corrió su vieja estación, que ha cedido su solar a una nueva residencia de ancianos. Sus ocupantes serán los mejores testigos para evocar los viajes en aquellos automotores eléctricos que, al igual que el Irati, se atrevieron a desafiar a las rocas de la sierra de Leire.
La aparición del asfalto nos anuncia que el trazado del ferrocarril se ha convertido en la principal ruta de acceso a este paraje natural protegido. Pero si vamos a pie o en bici tenemos la suerte de contar con un sendero habilitado que nos aleja de la pequeña carretera local y que conduce igualmente hasta el aparcamiento vigilado (km 1,5). En este lugar se ubica también un área recreativa con baños, punto de información, fuente de agua potable, mesas y bancos.
Pero antes de llegar al aparcamiento y área recreativa y al poco de salir de Lumbier cruzamos el primer puente del itinerario sobre el río Salazar mencionando. Antes de cruzarlo nos encontraremos un recuerdo del antiguo puente de los Hierros que anteriormente estuvo en este lugar junto a un panel interpretativo. Desde él podremos permitirnos la licencia de detenernos a contemplar el recoleto cauce de este río. Su considerable caudal cruzado más arriba por el puente medieval de Las Cabras, fue el responsable de la morfología de la foz de Arbaiun, el más impresionante de los cañones navarros del Pirineo.
Continuamos nuestro itinerario desde el aparcamiento y llegamos a la Reserva Natural Foz de Lumbier (km 2). Cabe mencionar que el acceso a la foz desde el área recreativa está habilitado para personas con discapacidad, al igual que el centro de interpretación que existe en la localidad.
En la foz
Si hasta ahora el recorrido había sido agradable y atractivo, la etapa que iniciamos en este momento hace que cualquier adjetivación se quede corta. El tránsito del antiguo ferrocarril por el interior de la foz convierte a este recorrido en una de las vías verdes más impresionantes de nuestro país.
Es cortita, así que conviene hacerla sin prisas, disfrutando casi de cada metro del trazado. La vía con firme de tierra compactada se abre en un angosto espacio tallado entre paredes que alcanzan un desnivel máximo de 120 m. En este roquedo, los buitres y otras aves se enseñorean en sus paseos de un lado a otro de la foz, haciendo que nuestro caminar deba ser lento, relajado, y que nuestra atención se centre más en la pausada contemplación de esta naturaleza desbocada que en el afán de consumir kilómetros.
Los ingenieros del ferrocarril optaron por aprovechar el camino que millones de años atrás trazó el río Irati en el interior de la sierra de Leire, descartando la aparentemente más sencilla solución de contornear el borde de la sierra. La opción escogida por estos técnicos ciertamente “molestaría” a los buitres, que perdieron la exclusividad de estos parajes para ceder espacio a los humanos, aunque es de suponer que éstos terminarían aceptando como a uno más a los automotores eléctricos de ferrocarril del Irati que, de cuando en cuando, se dejaban caer por el lugar. Nuestra ruta se ajusta siempre a la orilla izquierda del río, aprovechándose de que en esta margen de la foz las laderas son más suaves. Los postes de la catenaria ferroviaria también se conservan en este tramo, dando una nota peculiar y casi extraña a este camino en plena naturaleza.
El paso por la foz se desarrolla en trazado curvo de poco más de 1 km. Esta foz, tanto en su entrada como en su salida, se dibuja entre dos angostos tajos en la montaña. Así, si el ferrocarril se vio obligado a calar en este corto tramo hasta dos túneles. En seguida nos encontramos el primer túnel, recto y asfaltado, y su entrada a la barandilla instalada sobre el cauce del Irati, desde la cual, si elevamos la vista hacia el cielo, podremos ver el peculiar sistema que los guardas y algunos ganaderos utilizaban para cruzar de un lado a otro de la foz. Se trataba del “carrico”, una precaria barquilla de hierros y tablas, suspendida de un cable de acero que vuela entre las rocas de la angostura. Años después de su abandono, este teleférico manual permanece suspendido en medio de la foz, siendo hoy difícil imaginar a estos hombres cruzando el barranco por tan aparentemente inestable medio.
Desde este punto se abre una ruta, indicada en los mapas que hay en el área de descanso, que nos permite trazar un itinerario circular. Dicha ruta senderista asciende hacia lo alto de la foz, ofreciéndose desde allí arriba (desviándonos un poco hacia sur) las mejores perspectivas de la ruta, a la misma altura que los celosos buitres que planean sobre estas crestas. Este itinerario desciende después de nuevo hacia la vía, en un punto medio entre el segundo túnel y Liédena.
El segundo túnel (km 3) a la salida de este bello tramo es una cavidad tallada a pico en la dura crestería caliza. Son 100 m pero su desarrollo en curva hace conveniente el uso de linternas o luces en la bici.
Hacia Liédena
A la salida del túnel, salimos también de la foz flanqueados a la derecha por el río Irati y a izquierda por la presencia de los roquedos calizos de la sierra de Leire que van encajonando la vía junto al río haciendo muy atractivo nuestro itinerario.
Poco a poco nos alejamos del río Irati y nos acercamos entre tierras de labor a la autovía del Pirineo A 21. Para pasarla al llegar a ella giraremos a la derecha por un camino que permite atravesarla por un paso inferior bajo la autovía y que nos deja ya enseguida en una corta calle en cuyo final se divisa el edifico, sobrio de la estación de Liédena (km 6). Estamos ya en Liédena. Desde la estación por la calle de los Mártires a la izquierda llegaremos al casco urbano.
Y aquí acaba nuestro impresionante periplo por una de las vías verdes más bellas de nuestro país que promete prolongarse en poco tiempo, en dirección a Pamplona y también hacia Sangüesa, lo que lograría un itinerario espectacular de 49 km conectado con las grandes rutas ciclistas de Navarra.